Extraigo las palabras referidas al compositor madrileño de F. A. Barbieri:
<<...También por una comunicación
de fecha 6 de Mayo de 1805, consta que al fin fue ascendido por antigüedad a
la plaza de primer organista, con sueldo de 16.000 reales.
Entró de 4º organista en 1770, luego
3º el 13 de Octubre de 1787. Luego, cuando el Rey intruso organizó su Real Capilla,
por decreto de 21 de Diciembre de 1809, conservó a D. Félix en su plaza de organista
(primero y único), aunque con el sueldo reducido a 984 reales mensuales.
Vuelto a España Fernando VII, tuvo
nuestro D. Félix que sujetarse al obligado expediente de purificación, del cual
resultó calificado en segunda clase, por Real orden de 12 de Diciembre de 1814,
siendo confirmado en su plaza de primer organista, con el mismo haber de 16.000
reales anuales que había disfrutado durante el reinado de Carlos IV, desde el
año de 1805; y muy estimada debía ser su habilidad en el órgano, cuando después
le aumentaron el sueldo a 18.000 reales que se le pagaron desde el año 1819
hasta su muerte.
Nuestro organista, según confesión
propia, era gran aficionado a seguidillas, tiranas y tonadillas, que componía
y cantaba acompañándose con la guitarra, lo cual prueba su idoneidad para diferentes
géneros de música.
En la del órgano figura principalmente
como muy buen contrapuntista y gran conocedor de los diversos registros del
instrumento. En sus colecciones de versos orgánicos hay mucha fantasía, y son
notables los del género fugado, que prueban que D. Félix era conservador de
las tradiciones de los buenos organistas españoles.
En sus composiciones para canto y
orquesta, si bien revela facilidad y frescura, adolece de todos los defectos
de los autores de su tiempo, en quienes se hacía sentir la lucha entre la antigua
escuela española y la nuevamente introducida por los artistas italianos, que
tenían invadidos nuestros teatros y capillas; no obstante, se nota en las obras
cantables de D. Félix gran sabor a nuestra música popular, debido sin duda a
la influencia de la Tonadilla, género que a la sazón se hallaba en todo su esplendor
en los coliseos de la Cruz y del Príncipe, esplendor debido a la inspiración
y talento de los compositores españoles D. Blás de Laserna, D. Pablo del Moral
y otros.
Entre las composiciones de nuestro
organista, merece un particular examen la intitulada “Obra de los Locos”, no
solamente por lo que ella es en sí misma, sino porque, hallándose indicada en
el retrato que ha motivado este estudio, parece significar que fuera su obra
más predilecta, o la que más gusto hubiese dado a sus parientes y amigos. Sea
como quiera, es lo cierto que esta obra es de lo más caprichoso y extravagante
que a un loco risueño se le puede ocurrir. Su letra, que también es composición
de D. Félix, es verdaderamente propia de locos, por las incongruencias, despropósitos
y disparates burlescos y ridículos de que ex profeso está sembrada. Leyéndola,
se vienen a la memoria aquellos célebres versos de D. Tomás de Iriarte, en su
comedia “La Librería”, que empiezan:
“Tocando la lira Orfeo,
Y cantando Jeremías,
Bailaban unas folías
Los hijos del Zebedeo.”
Versos que, por entonces, había dado
al público el célebre autor del “Poema de la Música”, los cuales parece que
inspiraron al de la “Obra de los Locos”, cuando éste dice en una canción:
“Por las márgenes del Nilo
Se divisa faetón,
Y cinco carros triunfales
Del príncipe Agamenón.
Chilindrón, chilindrón, chilindrón,
Si estás colorado, es de almazarrón.”
O cuando en otra pieza, a manera de
drama, dice:
“¡Valeroso Carlos Quinto,
Valeroso Quirlos Canto,
Emperador de la Rusia
Y protector del fandango!”
Por este estilo ensarta infinitas
tonterías, aunque algunas veces toma por su cuenta una idea y la sigue cuerdamente,
sin dejar por ello el tono burlesco o satírico; en particular cuando la emprende
contra cierta suegra, que supone resucitada para perseguir a su yerno, a la
cual conjura musicalmente con una fuga a cuatro voces, muy bien hecha, cuya
letra dice:
"¡Suegra, si has resucitado,
Vuelve a morir otra vez,
Y sírvale este conjuro
Para doble padecer!"
De lo dicho resulta, que el autor
tuvo razón sobrada cuando primero tituló “Disparate” su “Obra de los Locos”,
la cual, sin embargo de su extravagancia revela gran viveza de ingenio, sobre
todo en su música, llena de variedad y frescura, y escrita con perfecto dominio
de las reglas del arte. En ella se encuentran estribillos y canciones populares;
gritos de vendedores; música de baile; oraciones de ciego; un sermón burlesco;
un cuarteto entre uno que estornuda, otro que escupe, otro que bosteza y otro
que se rasca, concluyendo los cuatro llorando; otro cuarteto de vendedores de
Gaceta, en el cual todos acaban roncando; un tercero entre un ciego, un sordo
y un mudo; una corrida de toros lidiados por Romero y Pepe-Hillo; y para final
una gran escena burlesca de las “Zahúrdas de Plutón”, inspirada en la célebre
obra de Quevedo.
La primera parte de este singular
engendro, debió ser escrita a primeros del siglo actual, o a fines del anterior:
la segunda y la tercera después del año 1805, y todas tres debieron ser ejecutadas
previamente, tal vez en casa de un procurador, íntimo amigo y vecino de D. Félix,
que vivía en la Calle de las Fuentes, donde con frecuencia se reunían de tertulia
ambas familias, siendo nuestro organista el alma de la diversión con sus músicas
y poesías.>>
A este tipo de poesías Barbieri las
denomina propias de “poetas caseros”, ...”los cuales hacen coplas de circunstancias,
así para brindar a la salud de un anfitrión amigo, como para celebrar el parto
de una gata predilecta. En efecto, nuestro D. Félix revela en todas sus composiciones
poéticas que, si bien tenía ingenio vivaz y buena disposición para encontrar
consonantes, en cambio carecía d la suficiente educación literaria, siendo además
influido por el pésimo gusto de los copleros vulgares de su tiempo.
El referido tomo de sus obras poéticas
contiene algunas místicas, destinadas a ser puestas en música; siete sainetes,
compuestos ad hoc, para representarse en casa del mencionado procurador,
su amigo,; otras composiciones puramente familiares; algunas letras para canciones
españolas, y finalmente, una Tonadilla a dúo intitulada “El Abogado y la Maja”
que se cantó en el coliseo del Príncipe, por la compañía de Martínez, en la
temporada de 1784 a 85.
En casi todas estas obrillas se revela
el carácter alegre;
<<¿Qué tengo ¡pobre de mi!
Hoy, de haber vivido ayer?
Sólo tengo el no tener
Las horas que ayer viví:
Lo que hoy de ayer discurrí,
Diré mañana, si soy.
Pero tan incierto estoy
De que mañana seré,
Que quizás no lo diré
Por haberme muerto hoy.>>
Esta décima la glosa después también
en décimas, entre las cuales merece copiarse la correspondiente al cuarto verso,
que dice:
“Este reloj de la vida
Con el Hacedor concierta;
A el más dormido despierta,
Y su cuerda está oprimida.
Esta verdad tan sabida
Tanta fuerza tiene en sí,
Que en las horas que perdí,
Me asombro sólo en pensar
Que ya el reloj no ha de dar
Las horas que ayer viví.”
Resumen de Barbieri:
“...Este organista y compositor es
digno de ser conocido y apreciado por sus obras, y por lo que éstas podrían
contribuir al estudio del movimiento musical y de las costumbres artísticas
en España, durante la época de transición que precedió a la revolución francesa.
Finalmente, conozco el ningún valor
del fácil estudio que, acabo de hacer, pero tengo la esperanza de que tal vez
servirá de estímulo a sabios investigadores, para ocuparse en trabajos análogos,
que den por resultado el conocimiento de muchas personas hoy desconocidas, cuyos
retratos se encuentran referidos en el Museo (refiriéndose al Museo del Prado).
Dios quiera que no sea vana mi esperanza.”
Francisco Asenjo Barbieri
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